Jacobo Grinberg, psicólogo y científico investigador
mexicano fue un pionero que descubrió algunos de los conocimientos que se nos
ocultan, entre otras cosas, investigó las capacidades telepáticas que tiene el
ser humano y la capacidad de construir la realidad con nuestro pensamiento.
Jacobo explica cómo lo que nos han hecho considerar como paranormal, NO LO ES y
propuso entrenar a niños en esta línea ya que tenemos capacidades anuladas que
hemos de redescubrir. Finalmente, Jacobo desapareció misteriosamente en 1994.
Ya son demasiadas las personas desparecidas o muertas en extrañas
circunstancias tras querer mostrar a la humanidad aquello que no sabemos.
Recuerden siempre la frase “LA VERDAD OS HARÁ LIBRES”.
¿No les parece muy extraño que un investigador que descubre
y promulga algunos de los conocimientos y capacidades del ser humano que se nos
ocultan desaparezca así? ¿Qué es lo que no quieren que descubramos sobre
nosotros mismos?
Jacobo Grinberg Zylberbaum, lúcido investigador mexicano,
desapareció misteriosamente en 1994; su destacada obra promueve un rediseño de
los paradigmas que rigen la relación entre mente y materia, entre ciencia y
conciencia.
Jacobo Grinberg, el genial científico
Jacobo Grinberg Zylberbaum, uno de los más lúcidos e
intrépidos científicos mexicanos, desapareció misteriosamente en 1994. Como
legado dejó, además de su ejemplar actitud ante el estudio científico de la
conciencia y múltiples fenómenos “etéreos”, la fundación del Instituto Nacional
para el Estudio de la Conciencia y más de cincuenta libros, así como
innumerables estudios e investigaciones. Grinberg egresó de la Facultad de
Ciencias de la UNAM, donde cursó la carrera de Psicología, y entre otros
estudios de posgrado obtuvo un doctorado en el New York Medical College,
durante el cual se dedicó principalmente a llevar un registro
electrofisiológico del cerebro humano expuesto a estímulos geométricos. Se dice
que a los 12 años Grinberg decidió estudiar la mente humana a raíz de que su
madre falleciera de un derrame cerebral. A partir de entonces comenzaría una
admirable trayectoria que lo llevaría a confrontar la mente, a través del
minucioso estudio, hasta consagrar una comunión con ella y entender que a fin
de cuentas esta representaba el pulso catalizador por medio del cual el ser
humano construye lo que conocemos como realidad.
Una de las etapas más populares de la carrera profesional de
Grinberg fue el trabajo realizado junto con la legendaria curandera mexicana
Pachita, con quien trabajó, desde una perspectiva científica, en la evaluación
metodológica de las manifestaciones de conciencia en el ser humano. A partir de
estas experiencias escribió el más popular de sus libros, Pachita, Milagro
Mexicano. En la introducción de esta obra, Grinberg justificó así su
publicación que para muchos puso en riesgo su prestigio científico y, sin
embargo, terminó por ser una pieza fundamental para que la ciencia se
permitiese relajar sus viejos tabúes y disponerse a estudiar aquellas facetas
de la “realidad” que permanecían a la sombra de la mirada de los científicos.
En la introducción, decíamos, escribió: “Hace años tuve la
suerte de conocer a Pachita; recibir sus enseñanzas, compartir su trabajo y
acompañarla en sus exploraciones. Esa mujer extraordinaria modificó mi
percepción de la realidad y me puso en contacto directo con un mundo lleno de
magia y poder. Fui testigo de una serie de acontecimientos asombrosos y me
obligué a escribir acerca de ellos con la mayor exactitud posible. Este libro
es el resultado de ese trabajo. Describo lo que vi tal como sucedió, sin
modificaciones y con toda veracidad. Pachita era capaz de realizar verdaderos
milagros modificando el espacio-tiempo y la materia, al grado de poder
materializar objetos, realizar trasplantes de órganos, diagnosticar
enfermedades y curar a los enfermos que por cientos acudían a pedirle ayuda”.
A partir de su trabajo con Pachita, que culminó en 1988,
Grinberg desdoblaría su experiencia con la curandera mexicana para construir
una de sus teorías más representativas, la Teoría Sintérgica. Posteriormente
profundizó en el estudio de las frecuencias energéticas que manifiesta el ser
humano durante estados meditativos, las cuales son medibles —y por lo tanto comprobables.
Su vanguardista manera de abordar científicamente diversos aspectos de los
mundos metafísicos a los que está expuesto el ser humano atrajo el interés de
agencias militares de Estados Unidos, mismas que en repetidas ocasiones
intentaron hacerse de los servicios de Grinberg, recibiendo invariablemente una
negativa por parte del investigador.
La Teoría Sintérgica y la Dermoóptica
Entre algunos de los estudios que encabezó Jacobo Grinberg,
ya fuese dentro del Instituto Nacional Para el Estudio de la Conciencia,
fundado por él mismo al interior de la UNAM, o de manera independiente, se
encontraban intrigantes temáticas en torno a la relación de la mente con la
materia. Desde ortodoxos análisis y evaluaciones prácticas de las aptitudes
paranormales de brujos, yoghis y chamanes, hasta la posibilidad de entrenar a
niños propensos al desarrollo de herramientas cognitivas calificadas como
“extra-sensoriales”. Otro de los temas que más tiempo de trabajo le ocupó a
Grinberg fue la telepatía, entendiendo este fenómeno como la transmisión
precisa de información entre dos cerebros separados en el tiempo y/o el
espacio.
Como resultado de estas investigaciones Grinberg acuñó
novedosas teorías. Su Teoría Sintérgica, la cual se refiere a una especie de
matriz holográfica, llamada lattice, que todo lo abarca (y la cual recuerda a
los campos morfogenéticos propuestos por Sheldrake o al concepto de “orden
implicado” acuñado por David Bohm). Al interior de este campo informacional
nada está separado, es una especie de éter híperinformativo a partir del cual
nuestro cerebro debe decodificar hebras de conocimiento a través de distintas aptitudes
cognitivas. Y el resultado de este proceso es lo que cada uno de nosotros
concebimos como la “realidad”: «La realidad es percibida como resultado de una
decodificación que lleva a cabo nuestro cerebro a partir de una estructura
pre-espacial, y como tal involucra la interpretación realizada por el aparato
de nuestra mente-cerebro», afirmaba Grinberg. Además, de acuerdo con el
científico mexicano, esta matriz representaba algo así como una proyección
holográfica del Aleph de Borges, por lo que en todos sus puntos convergía la
información completa del Cosmos, y aquel que fuese capaz de entrenarse con las
habilidades necesarias para entablar una interacción consciente con esta
matriz, podría acceder a un estado permanente de iluminación “informativa”.
“El descubrimiento reciente acerca de la relación entre la
actividad cerebral y la fuerza gravitacional… y la demostración experimental de
la existencia de una comunicación directa entre seres humanos correlativa con
un incremento de la coherencia cerebral forma parte del cuerpo de evidencias
experimentales que… apoyan lo que comenzó siendo pura- mente hipotético, esto
es, la existencia del campo neuronal y la conceptuación del mismo como campo
unificado…. postulo que la experiencia es la interacción del campo neuronal con
la estructura energética del espacio. A ésta última la bautizo con el término
de sintérgia y postulo una similitud entre la organización sintérgica del
espacio y la organización cerebral. El campo neuronal afecta y altera la
organización sintérgica, y en cierto nivel de funcionamiento es uno con ella,
de tal forma que el producto de la actividad cerebral se confunde con el resto
de la creación. Quien se siente unido al todo en sus múltiples manifestaciones,
sabe que su cuerpo las contiene en tal forma que en su percepción del mundo no
existe lo interno y lo externo como dos reinos independientes pero
interconectados, ni tampoco el observador u lo observado como dos realidades
separadas y dicotomizadas; más bien, una es la realidad y ésta no admite
separaciones.” señaló Grinberg en el segundo libro de la serie Psicofisiología
de la Conciencia, “El Cerebro Consciente” (1979a – p.5)
Otra teoría especialmente interesante, entre las logradas
por Grinberg, es la que se refiere a la visión dermoóptica, una habilidad
“extrasensorial” que el científico estuvo trabajando con niños mexicanos
(particularmente en la ciudad de Toluca). La dermoóptica “consiste en hacer una
lectura sin necesidad de tocar absolutamente nada, solamente con las variaciones
dermográficas, con los sensores que tenemos en los pulpejos de los dedos […].
Los niños situaban su mente en el cerebro de otro ser y leían como quien
arrastra un disco duro a su ordenador”, dice al respecto el doctor español
Fernando Rivera, quien presentó una ponencia en tributo a Grinberg. Básicamente
se refiere a la aptitud de percibir imágenes o textos a través de la piel. La
percepción dermoóptica funciona a través de la captación de los rayos
infrarrojos por medio de los receptores cutáneos, los cuales a su vez estimulan
los símbolos visuales que están almacenados en los centros nerviosos. El primer
sentido que desarrolló el ser humano es precisamente el tacto, y aparentemente
en un principio el tacto cumplía algunas de las funciones que actualmente cubren
el resto de los sentidos, los cuales eventualmente surgieron respondiendo a
necesidades evolutivas. Grinberg tenía pensado extender los estudios que
realizaba en torno a la dermoóptica con niños mexicanos al Tíbet, en donde
realizaría algunos talleres con niños de esa región.
Jacobo Grinberg, el desaparecido
Fue en diciembre de 1994 cuando Grinberg, misteriosamente, desapareció. Contrario a sus costumbres, el investigador no acudió a citas que tenía con sus alumnos y dos días antes de emprender un esperado viaje a Nepal (programado para el 14 de ese mes), incluso no llegó a su fiesta de cumpleaños. Su esposa Teresa lo excusó informando que había tenido que asistir inesperadamente a una reunión en Campeche, algo que no dejó de extrañar a los invitados pero aun así encajaba más o menos con la enigmática personalidad de Grinberg. Las sospechas comenzaron cuando su mujer llamó a uno de sus alumnos para encargarle el laboratorio, precisamente el tipo de mensajes o tareas que Grinberg jamás delegaría.
Cuando Grinberg no regresó del Tíbet en la fecha planeada, aquellos que lo esperaban asumieron que habría extendido su estancia en los lejanos Himalayas. Sin embargo, cuando el retraso pasó de semanas a meses, personas cercanas al investigador comenzaron a preocuparse. Se hicieron llamadas a Nepal, a la embajada de la India, e incluso a una tía suya que vivía en Israel y a quien posiblemente pasaría a visitar en su camino hacia Nepal. Las pesquisas fueron inútiles, no existía siquiera registro de que Grinberg o su esposa hubiesen dejado México. En Mayo de 1995 la familia y amigos, tras alertar a la policía e incluso contratar a investigadores privados, parecieron confirmar que la misteriosa desaparición de Grinberg era ya un hecho consumado.
El año de 1994 había sido uno especialmente turbulento en México. Comenzó con el levantamiento armado de un grupo de disidentes denominado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y continuó con una aplastante devaluación de la moneda nacional, así como con el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y otras figuras importantes del PRI.
Sin embargo, para Grinberg el 94 había sido un buen periodo. Uno de sus estudios más importantes durante esta etapa consistió en registrar las ondas cerebrales de un chamán originario de Veracruz (entidad costera de México) en estado de trance. Sus hallazgos fueron presentados con gran éxito en un congreso internacional de neurociencias celebrado en Alemania. La dedicación y los buenos resultados que habían obtenido sus investigaciones le valieron recursos adicionales para continuar con nuevos estudios y, por si fuera poco, recién le anunciaban que su libro sobre Pachita sería traducido al inglés por una importante editorial.
Sobre la desaparición de Grinberg poco dijeron los medios tradicionales. Al parecer las innumerables variables incluidas en el contexto no fueron suficientes para que le diesen a este suceso la importancia que merecía: un vanguardista científico dedicado a la investigación de asuntos que radicaban en los límites racionales de la ciencia espontáneamente desaparecido, sin más explicación. En cambio, un nutrido grupo de conspiracionistas, algunos evidentemente paranoicos, otros más perspicaces, así como genuinos admiradores de su trabajo que se sintieron profundamente impactados por este hecho, han generado y difundido múltiples teorías que buscan explicarlo.
El peculiar escenario que envolvió a la desaparición de Grinberg, que por lo menos puede considerarse como bastante misteriosa, detonó una gran variedad de especulaciones, algunas radicalmente excéntricas aunque no por ello descartables, otras lúgubres y algunas más orientadas a una causa predominantemente luminosa. Vale la pena destacar la poca y confusa información que existe al respecto, razón por la cual las teorías que se presentan a continuación no son más que una simple recopilación de especulaciones y rumores que se encuentras discretamente esparcidos a lo largo de la red. Y en verdad resulta difícil saber cuáles de ellas contienen algo de verdad (tal vez todas), o cuáles son simplemente destellos de paranoia o de desinformación estratégicamente difundida.
A continuación mencionaremos algunas de estas teorías:
Su esposa Teresa
Uno de los personajes que más enrareció la desaparición de Grinberg fue su esposa Teresa. No solo debió ser ella la última persona en verlo, sino que se tiene registro de que incurrió en extrañas explicaciones y mentiras para encubrir la ausencia de su marido a lo largo de diciembre, siendo el 8 de ese mes el último día en que él tuvo contacto con alguien. Por un lado justificó la ausencia del científico ante su madrastra diciendo que había ido a Campeche. Días antes, el 9 de diciembre, había canjeado un cheque de $1000 dólares y pidió al cuidador de la casa de campo —situada en el estado de Morelos, al sur de la capital mexicana— que no se presentara, pues Grinberg había ido a Guadalajara.
El 24 de diciembre Teresa, quien supuestamente habría de acompañar a Grinberg a Nepal, apareció en la casa de Morelos acompañada de otra mujer, y tras recoger utensilios de cocina, ropa y a su perro, se marchó. Cinco días después informó al casero a quien rentaban un departamento en la Ciudad de México que dejaría el inmueble, decisión que sorprendió a su arrendador, pues el contrato vencía hasta marzo. Durante los cinco meses siguientes nadie supo del paradero de Teresa y no fue hasta mayo de 1995 que apareció en casa de una tía que vivía al sur de Tijuana. Ahí pasó dos semanas y luego también desapareció. Pasado un tiempo, su familia se enteró que Teresa estaba casada con Jacobo Grinberg, relación que ella jamás había anunciado en sus parientes más cercanos.
Las múltiples incongruencias y el extraño comportamiento de Teresa han provocado que sea señalada como responsable directa, o al menos como cómplice, de la desaparición del investigador. Pero por otro lado hay rumores señalando que la Policía Judicial del estado de Morelos encontró dos cadáveres que supuestamente correspondían a Teresa y a Jacobo, en estado de descomposición, pero que habían recibido dinero para ocultar el hallazgo.
“[...] no tengo un cuerpo, no tengo sangre, no tengo un rastro. No sé. De ahí realmente es una cuestión de qué quieras creer. La evidencia muestra que la esposa está prófuga… que podría estar en los Estados Unidos. Supongo que hay algo ilícito en todo esto y que ella sabe algo al respecto. Si está muerto, vivo o secuestrado es otra cuestión”, afirma el comandante Padilla, quien estuvo a cargo de la investigación sobre la desaparición de Grinberg.
* Declaración incluida en el ampliamente difundido artículo de Sam Quiñones titulado “Buscando al Doctor Grinberg” (New Age Journal, 1997).
Rapto / Asesinato
Esta es sin duda la más trágica y estrafalaria de la vertientes que agrupan teorías en torno a la desaparición de Grinberg. Es aquí donde emerge un inusual desfile de probables responsables sobre el súbito desvanecimiento del investigador mexicano.
Agencias de Inteligencia / Gobierno
Una de las líneas de investigación o especulación señala la probable intervención de agencias de inteligencia estadounidenses (CIA-FBI) que, tras la negativa de Grinberg para colaborar voluntariamente con ellas, pudiesen haber optado por el rapto. Esto pudiese haber sucedido con la anuencia del gobierno mexicano. En este caso la intención habría sido hacerse de la experiencia y la información que el investigador acumuló a lo largo de sus innumerables estudios para aprovecharla en beneficio de las agendas que caracterizan a estos organismos: la manipulación social y las psicotecnologías orientadas a fines bélicos. De hecho hay quien especifica que fue secuestrado para colaborar a la fuerza en un proyecto que involucraba la creación de misiles psíquicamente dirigidos.
Extraterrestres
Existen supuestos testimonios que afirman que el 7 de diciembre de 1994, el último día en que Grinberg fue visto, el investigador mexicano y su esposa fueron interceptados, cuando se dirigían de su casa hacia el laboratorio en la UNAM, por dos vehículos de los cuales bajaron varios hombres de raza caucásica y en pocos instantes sometieron y raptaron a la pareja. Evidentemente esto contradice la información que se tiene sobre el hecho de que Teresa fue vista en más de una ocasión después de 7 de diciembre y que jamás mencionó nada al respecto.
Estos hombres pudieran ser agentes estadounidenses, pero al mismo tiempo dan pauta para la siguiente teoría: la abducción (recordemos que en muchos casos la descripción de un grupo de hombres altos y con facciones radicalmente caucásicas se liga a la presencia de extraterrestres). Sin duda esta versión puede parecer aún más extravagante, pero tampoco puede ser descartada ipso facto. Es importante considerar que la información teórica y práctica que poseía Grinberg era codiciada por más de un grupo, tal vez incluso, por qué no, por seres de otro planeta.
Carlos Castaneda
También hay quienes han señalado las supuestas discordias que existían entre Grinberg y el antropólogo/brujo Carlos Castaneda, y su camarilla. De acuerdo con ellos, Castaneda tuvo algo que ver con la desaparición del científico mexicano, al punto que incluso podría haberlo mandado a matar o lo habría mantenido cautivo en una comunidad que Castaneda instaló en Los Ángeles. Evidentemente no hay pruebas de esto, pero es otro de los rumores que circulan.
A este respecto, en el artículo antes mencionado de Sam Quiñones se narra lo siguiente:
«Otra idea que Padilla ha considerado involucra a Carlos Castaneda. La relación entre Grinberg y Castaneda era complicada, una mezcla turbulenta de mentes inquietas y egos poderosos. Una vez Grinberg escribió de su admiración por el autor reclusivo, diciendo que Castaneda había influenciado su manera de pensar acerca del chamanismo. En 1991, Grinberg, su esposa y Tony Karam (polémico fundador del centro budista Casa Tíbet en México), visitaron a Castaneda a invitación del último en Los Ángeles. Ahí, dice Karam, Castaneda propuso que Grinberg dejara su laboratorio en la UNAM para irse a vivir a su comunidad. Grinberg declinó. Su relación se desintegró durante un viaje que Castaneda hizo a México dos años después. Los amigos y la familia de Grinberg lo recuerdan llamando frecuentemente a Castaneda ególatra, más interesado en el poder que en la verdad. También recuerdan que Tere (la esposa de Grinberg) se quedó enamorada de Castaneda y su grupo. Los alumnos la recuerdan hablando de su amistad con Florinda Donner, una socia de Castaneda.
“Es una línea de investigación”, dice Karam, quien hasta hace poco tenía lazos cercanos con el grupo de Castaneda. “Es un mundo muy extraño. La gente que se mete en ese grupo tiende a cortar lazos con el resto del mundo. Nadie vuelve a saber de ellos nunca más. De todas maneras, he hablado de esto con ellos muchas veces, y me han dicho repetidamente que no saben nada al respecto. También parecen estar muy tristes al respecto. Padilla dice que no tiene evidencia de que Grinberg o su esposa estén con Castaneda: a través de un portavoz en la ciudad de México, Castaneda ha declinado hacer comentarios».
Por cierto, supuestamente Grinberg alguna vez confió a Castaneda que estaba realizando una “recapitulación”, es decir, un ejercicio chamánico que consiste en repasar íntegramente todos los momentos de tu vida hasta el presente, para purificar la psique del aquí-ahora, a partir de la cual escribía un libro autobiográfico. Sin embargo, esa obra jamás salió a la luz.
Iluminación / Auto exilio espiritual
La tercera vertiente de “teorías” gira en torno a una probable “iluminación” o a una especie de exilio espiritual voluntario al cual Grinberg decidió replegarse tras alcanzar algunas verdades trascendentales, algo así como un epifánico procesamiento de información cósmica que o bien envió su cuerpo a otra dimensión, o le invitó a cortar tajantemente los lazos que mantenía con esta “realidad” psicosocial.
De hecho Grinberg, en El Prototipo, hace referencia directa a esta transición que parecería algo común entre los hombres que han acuñado un cierto grado de conciencia:
«[...] a partir de su paso al “otro mundo”. No moriría como el resto de los hombres sino que atravesaría la frontera entre los mundos consciente y voluntariamente. Su cuerpo desaparecería sin dejar rastro alguno».
También hay quienes sugieren que Grinberg fue requerido como un “hombre de espíritu” por la tradición tolteca, y que ante el inapelable llamado de Cuauthémoc, el antiguo emperador mexica, el investigador no dudo en desprenderse de todo lo que le ligaba a su identidad para volcarse en cuerpo y alma a fungir como un guardián de recintos energéticos distribuidos acupuntúricamente alrededor de México.
Para concluir este repaso catártico a través de la vida, obra y desaparición de Grinberg, el cual visiblemente siembra mucho más interrogantes de las que responde (recordemos que la evolución humana está mucho más relacionada a preguntas que a respuestas), solo se puede afirmar que el legado informativo de este investigador, tras su paso en este plano, constituye un acervo de invaluable valor. Además, por lo avanzado de las premisas que se aventuró a dilucidar, la información proyectada en su obra irá adquiriendo cada vez mayor vigencia. Y esta dinámica presuntamente no cesará hasta que hayamos logrado, colectivamente, consolidar desarrollo y purificación de la conciencia compartida. Jacobo Grinberg dedicó su vida al estudio científico, y por lo tanto experiencial, de la conciencia. Queda en todos nosotros aprovechar las herramientas que su trabajo nos confía y honrar así los esfuerzos de un hombre que no temió invitarnos a los límites del pensamiento establecido, con el único fin, quiero pensar, de obsequiarnos un preciado regalo: la libertad a través del auto-conocimiento.
Fue en diciembre de 1994 cuando Grinberg, misteriosamente, desapareció. Contrario a sus costumbres, el investigador no acudió a citas que tenía con sus alumnos y dos días antes de emprender un esperado viaje a Nepal (programado para el 14 de ese mes), incluso no llegó a su fiesta de cumpleaños. Su esposa Teresa lo excusó informando que había tenido que asistir inesperadamente a una reunión en Campeche, algo que no dejó de extrañar a los invitados pero aun así encajaba más o menos con la enigmática personalidad de Grinberg. Las sospechas comenzaron cuando su mujer llamó a uno de sus alumnos para encargarle el laboratorio, precisamente el tipo de mensajes o tareas que Grinberg jamás delegaría.
Cuando Grinberg no regresó del Tíbet en la fecha planeada, aquellos que lo esperaban asumieron que habría extendido su estancia en los lejanos Himalayas. Sin embargo, cuando el retraso pasó de semanas a meses, personas cercanas al investigador comenzaron a preocuparse. Se hicieron llamadas a Nepal, a la embajada de la India, e incluso a una tía suya que vivía en Israel y a quien posiblemente pasaría a visitar en su camino hacia Nepal. Las pesquisas fueron inútiles, no existía siquiera registro de que Grinberg o su esposa hubiesen dejado México. En Mayo de 1995 la familia y amigos, tras alertar a la policía e incluso contratar a investigadores privados, parecieron confirmar que la misteriosa desaparición de Grinberg era ya un hecho consumado.
El año de 1994 había sido uno especialmente turbulento en México. Comenzó con el levantamiento armado de un grupo de disidentes denominado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y continuó con una aplastante devaluación de la moneda nacional, así como con el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y otras figuras importantes del PRI.
Sin embargo, para Grinberg el 94 había sido un buen periodo. Uno de sus estudios más importantes durante esta etapa consistió en registrar las ondas cerebrales de un chamán originario de Veracruz (entidad costera de México) en estado de trance. Sus hallazgos fueron presentados con gran éxito en un congreso internacional de neurociencias celebrado en Alemania. La dedicación y los buenos resultados que habían obtenido sus investigaciones le valieron recursos adicionales para continuar con nuevos estudios y, por si fuera poco, recién le anunciaban que su libro sobre Pachita sería traducido al inglés por una importante editorial.
Sobre la desaparición de Grinberg poco dijeron los medios tradicionales. Al parecer las innumerables variables incluidas en el contexto no fueron suficientes para que le diesen a este suceso la importancia que merecía: un vanguardista científico dedicado a la investigación de asuntos que radicaban en los límites racionales de la ciencia espontáneamente desaparecido, sin más explicación. En cambio, un nutrido grupo de conspiracionistas, algunos evidentemente paranoicos, otros más perspicaces, así como genuinos admiradores de su trabajo que se sintieron profundamente impactados por este hecho, han generado y difundido múltiples teorías que buscan explicarlo.
El peculiar escenario que envolvió a la desaparición de Grinberg, que por lo menos puede considerarse como bastante misteriosa, detonó una gran variedad de especulaciones, algunas radicalmente excéntricas aunque no por ello descartables, otras lúgubres y algunas más orientadas a una causa predominantemente luminosa. Vale la pena destacar la poca y confusa información que existe al respecto, razón por la cual las teorías que se presentan a continuación no son más que una simple recopilación de especulaciones y rumores que se encuentras discretamente esparcidos a lo largo de la red. Y en verdad resulta difícil saber cuáles de ellas contienen algo de verdad (tal vez todas), o cuáles son simplemente destellos de paranoia o de desinformación estratégicamente difundida.
A continuación mencionaremos algunas de estas teorías:
Su esposa Teresa
Uno de los personajes que más enrareció la desaparición de Grinberg fue su esposa Teresa. No solo debió ser ella la última persona en verlo, sino que se tiene registro de que incurrió en extrañas explicaciones y mentiras para encubrir la ausencia de su marido a lo largo de diciembre, siendo el 8 de ese mes el último día en que él tuvo contacto con alguien. Por un lado justificó la ausencia del científico ante su madrastra diciendo que había ido a Campeche. Días antes, el 9 de diciembre, había canjeado un cheque de $1000 dólares y pidió al cuidador de la casa de campo —situada en el estado de Morelos, al sur de la capital mexicana— que no se presentara, pues Grinberg había ido a Guadalajara.
El 24 de diciembre Teresa, quien supuestamente habría de acompañar a Grinberg a Nepal, apareció en la casa de Morelos acompañada de otra mujer, y tras recoger utensilios de cocina, ropa y a su perro, se marchó. Cinco días después informó al casero a quien rentaban un departamento en la Ciudad de México que dejaría el inmueble, decisión que sorprendió a su arrendador, pues el contrato vencía hasta marzo. Durante los cinco meses siguientes nadie supo del paradero de Teresa y no fue hasta mayo de 1995 que apareció en casa de una tía que vivía al sur de Tijuana. Ahí pasó dos semanas y luego también desapareció. Pasado un tiempo, su familia se enteró que Teresa estaba casada con Jacobo Grinberg, relación que ella jamás había anunciado en sus parientes más cercanos.
Las múltiples incongruencias y el extraño comportamiento de Teresa han provocado que sea señalada como responsable directa, o al menos como cómplice, de la desaparición del investigador. Pero por otro lado hay rumores señalando que la Policía Judicial del estado de Morelos encontró dos cadáveres que supuestamente correspondían a Teresa y a Jacobo, en estado de descomposición, pero que habían recibido dinero para ocultar el hallazgo.
“[...] no tengo un cuerpo, no tengo sangre, no tengo un rastro. No sé. De ahí realmente es una cuestión de qué quieras creer. La evidencia muestra que la esposa está prófuga… que podría estar en los Estados Unidos. Supongo que hay algo ilícito en todo esto y que ella sabe algo al respecto. Si está muerto, vivo o secuestrado es otra cuestión”, afirma el comandante Padilla, quien estuvo a cargo de la investigación sobre la desaparición de Grinberg.
* Declaración incluida en el ampliamente difundido artículo de Sam Quiñones titulado “Buscando al Doctor Grinberg” (New Age Journal, 1997).
Rapto / Asesinato
Esta es sin duda la más trágica y estrafalaria de la vertientes que agrupan teorías en torno a la desaparición de Grinberg. Es aquí donde emerge un inusual desfile de probables responsables sobre el súbito desvanecimiento del investigador mexicano.
Agencias de Inteligencia / Gobierno
Una de las líneas de investigación o especulación señala la probable intervención de agencias de inteligencia estadounidenses (CIA-FBI) que, tras la negativa de Grinberg para colaborar voluntariamente con ellas, pudiesen haber optado por el rapto. Esto pudiese haber sucedido con la anuencia del gobierno mexicano. En este caso la intención habría sido hacerse de la experiencia y la información que el investigador acumuló a lo largo de sus innumerables estudios para aprovecharla en beneficio de las agendas que caracterizan a estos organismos: la manipulación social y las psicotecnologías orientadas a fines bélicos. De hecho hay quien especifica que fue secuestrado para colaborar a la fuerza en un proyecto que involucraba la creación de misiles psíquicamente dirigidos.
Extraterrestres
Existen supuestos testimonios que afirman que el 7 de diciembre de 1994, el último día en que Grinberg fue visto, el investigador mexicano y su esposa fueron interceptados, cuando se dirigían de su casa hacia el laboratorio en la UNAM, por dos vehículos de los cuales bajaron varios hombres de raza caucásica y en pocos instantes sometieron y raptaron a la pareja. Evidentemente esto contradice la información que se tiene sobre el hecho de que Teresa fue vista en más de una ocasión después de 7 de diciembre y que jamás mencionó nada al respecto.
Estos hombres pudieran ser agentes estadounidenses, pero al mismo tiempo dan pauta para la siguiente teoría: la abducción (recordemos que en muchos casos la descripción de un grupo de hombres altos y con facciones radicalmente caucásicas se liga a la presencia de extraterrestres). Sin duda esta versión puede parecer aún más extravagante, pero tampoco puede ser descartada ipso facto. Es importante considerar que la información teórica y práctica que poseía Grinberg era codiciada por más de un grupo, tal vez incluso, por qué no, por seres de otro planeta.
Carlos Castaneda
También hay quienes han señalado las supuestas discordias que existían entre Grinberg y el antropólogo/brujo Carlos Castaneda, y su camarilla. De acuerdo con ellos, Castaneda tuvo algo que ver con la desaparición del científico mexicano, al punto que incluso podría haberlo mandado a matar o lo habría mantenido cautivo en una comunidad que Castaneda instaló en Los Ángeles. Evidentemente no hay pruebas de esto, pero es otro de los rumores que circulan.
A este respecto, en el artículo antes mencionado de Sam Quiñones se narra lo siguiente:
«Otra idea que Padilla ha considerado involucra a Carlos Castaneda. La relación entre Grinberg y Castaneda era complicada, una mezcla turbulenta de mentes inquietas y egos poderosos. Una vez Grinberg escribió de su admiración por el autor reclusivo, diciendo que Castaneda había influenciado su manera de pensar acerca del chamanismo. En 1991, Grinberg, su esposa y Tony Karam (polémico fundador del centro budista Casa Tíbet en México), visitaron a Castaneda a invitación del último en Los Ángeles. Ahí, dice Karam, Castaneda propuso que Grinberg dejara su laboratorio en la UNAM para irse a vivir a su comunidad. Grinberg declinó. Su relación se desintegró durante un viaje que Castaneda hizo a México dos años después. Los amigos y la familia de Grinberg lo recuerdan llamando frecuentemente a Castaneda ególatra, más interesado en el poder que en la verdad. También recuerdan que Tere (la esposa de Grinberg) se quedó enamorada de Castaneda y su grupo. Los alumnos la recuerdan hablando de su amistad con Florinda Donner, una socia de Castaneda.
“Es una línea de investigación”, dice Karam, quien hasta hace poco tenía lazos cercanos con el grupo de Castaneda. “Es un mundo muy extraño. La gente que se mete en ese grupo tiende a cortar lazos con el resto del mundo. Nadie vuelve a saber de ellos nunca más. De todas maneras, he hablado de esto con ellos muchas veces, y me han dicho repetidamente que no saben nada al respecto. También parecen estar muy tristes al respecto. Padilla dice que no tiene evidencia de que Grinberg o su esposa estén con Castaneda: a través de un portavoz en la ciudad de México, Castaneda ha declinado hacer comentarios».
Por cierto, supuestamente Grinberg alguna vez confió a Castaneda que estaba realizando una “recapitulación”, es decir, un ejercicio chamánico que consiste en repasar íntegramente todos los momentos de tu vida hasta el presente, para purificar la psique del aquí-ahora, a partir de la cual escribía un libro autobiográfico. Sin embargo, esa obra jamás salió a la luz.
Iluminación / Auto exilio espiritual
La tercera vertiente de “teorías” gira en torno a una probable “iluminación” o a una especie de exilio espiritual voluntario al cual Grinberg decidió replegarse tras alcanzar algunas verdades trascendentales, algo así como un epifánico procesamiento de información cósmica que o bien envió su cuerpo a otra dimensión, o le invitó a cortar tajantemente los lazos que mantenía con esta “realidad” psicosocial.
De hecho Grinberg, en El Prototipo, hace referencia directa a esta transición que parecería algo común entre los hombres que han acuñado un cierto grado de conciencia:
«[...] a partir de su paso al “otro mundo”. No moriría como el resto de los hombres sino que atravesaría la frontera entre los mundos consciente y voluntariamente. Su cuerpo desaparecería sin dejar rastro alguno».
También hay quienes sugieren que Grinberg fue requerido como un “hombre de espíritu” por la tradición tolteca, y que ante el inapelable llamado de Cuauthémoc, el antiguo emperador mexica, el investigador no dudo en desprenderse de todo lo que le ligaba a su identidad para volcarse en cuerpo y alma a fungir como un guardián de recintos energéticos distribuidos acupuntúricamente alrededor de México.
Para concluir este repaso catártico a través de la vida, obra y desaparición de Grinberg, el cual visiblemente siembra mucho más interrogantes de las que responde (recordemos que la evolución humana está mucho más relacionada a preguntas que a respuestas), solo se puede afirmar que el legado informativo de este investigador, tras su paso en este plano, constituye un acervo de invaluable valor. Además, por lo avanzado de las premisas que se aventuró a dilucidar, la información proyectada en su obra irá adquiriendo cada vez mayor vigencia. Y esta dinámica presuntamente no cesará hasta que hayamos logrado, colectivamente, consolidar desarrollo y purificación de la conciencia compartida. Jacobo Grinberg dedicó su vida al estudio científico, y por lo tanto experiencial, de la conciencia. Queda en todos nosotros aprovechar las herramientas que su trabajo nos confía y honrar así los esfuerzos de un hombre que no temió invitarnos a los límites del pensamiento establecido, con el único fin, quiero pensar, de obsequiarnos un preciado regalo: la libertad a través del auto-conocimiento.
LA VISION EXTRAOCULAR
En 1982 la compañía mexicana de televisión Televisa me
invitó a participar, en calidad de testigo, en un programa en directo que
trataría acerca de un tipo de visión fuera de lo común. Se requería mi
presencia para juzgar la veracidad del fenómeno como investigador en el área de
Neurofisiología y profesor de la Universidad Nacional.
Accedí, y en el estudio me encontré con una veintena de
niños que conversaban animadamente mientras se preparaban para la demostración.
Una vez comenzada ésta, su instructor, el profesor Altamirano, vendó los ojos a
uno de los niños y le puso delante una serie de fotografías. El niño las tocó
con las palmas de sus manos describiendo, al mismo tiempo, lo que veía.
Intrigado, me acerqué y pude constatar que la descripción coincidía a la
perfección con el contenido del material gráfico. Después, otros niños fueron
sometidos al mismo proceso y en todos los casos acertaron en sus descripciones.
No pude hallar ni errores, ni intentos de engaño en el procedimiento. A la
salida del programa le propuse a Altamirano utilizar sus procedimientos para
ayudar a niños invidentes a ver con las manos. Altamirano aceptó, al igual que
lo hizo el Departamento del Gobierno encargado de la educación de niños ciegos.
Durante varios meses intentamos enseñar la visión extraocular
a estos niños, pero sin éxito. Una vez por semana Altamirano venía a la escuela
de invidentes, se encerraba con los niños y después se iba. Nunca supe sí el
fracaso se debió a lo esporádico del régimen de entrenamiento o al poco tiempo
que duró todo el proceso. Tampoco pude recibir instrucciones detalladas de la
técnica empleada, porque el profesor Altamirano la mantenía en secreto,
lógicamente.
Varios años más tarde, durante el disfrute de un año
sabático, decidí dedicarme durante seis meses a la enseñanza de niños en una
escuela primaria de Cuernavaca, distante 70 kilómetros de la ciudad de México,
cuyo director me permitió poner a prueba diferentes técnicas alternativas de
educación. Una mañana, mientras descansábamos en el jardín de la escuela, una niña
me comentó que había visto un programa de televisión en el cual se mostraban
experiencias extraoculares, y me pidió que se las enseñara. Aunque no me sentía
capaz, puesto que desconocía la técnica de la «visión extraocular», recordaba
algunos comentarios de los niños ciegos y me decidí a probarla con la niña.
Le pedí que se relajara, que se concentrara en su
respiración y que tratara de visualizar una luz en su entrecejo. Después tomé
sus manos y le pedí que se imaginara una línea luminosa interconectando sus
dedos con su entrecejo. Coloqué sus palmas sobre una fotografía en color
después de vendarle los ojos y la niña me describió la información de la
fotografía.
Otros niños se acercaron a nosotros. En menos de una hora,
seis o siete críos veían extraocularmente. Todos estábamos encantados con la
experiencia, de modo que la continuamos durante varios meses, hasta que tanto
el director de la escuela como los padres de familia nos prohibieron proseguir
las experiencias debido a que los niños adivinaban sus pensamientos, movían
objetos a distancia y empezaban a desafiar toda su cosmovisión.
La misma experiencia se ha repetido con idénticos resultados
en otra escuela de la ciudad de Toluca, esta vez apoyada por los padres de
familia y los directivos de la institución.
Lo que sigue es una descripción de la experiencia de
Cuernavaca, escrita con el mayor número posible de detalles y con el propósito
de que quien así lo desee pueda ponerla en práctica.
Se estudiaron diecinueve sujetos: once niñas y ocho niños,
de edades comprendidas entre 5 y 13 años de edad. Todos, sin excepción, gozaban
de condiciones óptimas de salud y manifestaron estar deseosos de participar en
la misma. Ninguno de ellos tenía antecedentes de visión extraocular ni
experiencia alguna respecto a este tipo de fenómenos. Pertenecían a seis
escuelas diferentes; en todas ellas eran considerados muy inquietos y
especialmente remisos a aceptar normas rígidas de disciplina y conducta. Por lo
demás, fueron catalogados como altamente inteligentes y despiertos. Aunque las
condiciones familiares variaban de niño a niño, no se observaron diferencias
notables, salvo en una apreciable destreza inicial en cinco niñas y dos niños
con una situación de estabilidad familiar óptima.
APRENDIZAJE INICIAL
Previamente a la iniciación de los experimentos de detección
de visión extraocular, todos los niños recibieron un aprendizaje que duró entre
una y tres jornadas y que se repetía en todas las sesiones de prueba
posteriores a las iniciales. De esta manera, cada niño fue sensibilizado antes
y durante todo el transcurso del experimento, hasta que adquirió una destreza
lo suficientemente automatizada como para no necesitar entrenamiento adicional.
Las características del aprendizaje se explican a
continuación en la misma secuencia en la cual se desarrolló éste.
Con el niño sentado cómodamente con la espalda recta, se
efectuaban los tres ejercicios respiratorios siguientes:
a) Expulsión forzada de aire a través de las fosas nasales
durante 60 segundos, con los ojos cerrados, seguida de una concentración de la
atención en el entrecejo durante 20 segundos.
b) Respiración alternada a través de cada uno de los
orificios nasales durante 60 segundos, con los ojos cerrados, seguida de
concentración de la atención en el entrecejo durante 20 segundos
c) Inhalación y exhalación forzadas de aire, de forma
rítmica y sostenida, hasta el límite de cada niño.
A continuación, y en la misma postura, el niño practicaba la
meditación a partir de las siguientes instrucciones:
«Con los ojos cerrados, concéntrate en el entrecejo y deja
fluir tus pensamientos sin obstruirlos o controlarlos. Una vez que logres lo
anterior, concéntrate en ti mismo y pregúntate ¿quién soy yo?, sintiéndote a ti
mismo. Mantén tu concentración en ti mismo durante el tiempo que te sea
posible.»
La verbalización de las instrucciones anteriores se adecuaba
al nivel de entendimiento de cada niño.
El tiempo total de cada meditación variaba de niño a niño,
con un mínimo de 5 a 6 minutos y un máximo de 10 a 13 minutos, aproximadamente.
Una vez logrado el punto anterior, el instructor se sentaba
frente al niño y entrelazaba sus manos con las de este, visualizando una línea
de luz que surgía de las palmas de las manos del niño y terminaba en su
cerebro. El ejercicio continuaba hasta que se mantenía la imagen de la línea de
luz brillante, blanca y sin interrupciones.
En ocasiones se colocó la punta de un cristal de cuarzo
sostenido por el instructor en contacto con el entrecejo del niño o próximo al
mismo. Se descubrió así que este procedimiento mejoraba el aprendizaje y
aceleraba el proceso extraocular.
Después se iniciaba la fase de detección extraocular. Para
ello, al niño le vendaban los ojos utilizando una venda especial totalmente
opaca y ajustada a los párpados, de tal forma que resultaba totalmente
imposible la visión retiniana.
Se ofrecía al niño material gráfico consistente en
fotografías de alta calidad en colores brillantes y con contenidos diversos. El
entrenador colocaba una o ambas manos del niño sobre la fotografía, haciendo
contacto dérmico con la superficie de la misma y le pedía que siguiera su
intuición tanto en lo que se refiere a la exploración dérmica de la fotografía
como a la exploración del contenido mental estimulado por ella.
Luego se le sugería que hiciese una descripción detallada de
todas sus experiencias. Más tarde se le ofrecía retroalimentación verbal acerca
de los detalles de la fotografía y acerca de los puntos de correspondencia
entre su descripción de la figura y el contenido de la misma. Utilizando
expresiones naturales y espontáneas de asombro y gusto, el instructor reforzaba
las correspondencias adecuadas y corregía las inadecuadas.
El proceso de retroalimentación continuaba hasta que el niño
mostraba signos de fatiga o desinterés. En estos últimos casos, el
entrenamiento se suspendía para ser proseguido en otra ocasión. Se estimulaba
al niño para utilizar todo tipo de movimientos con las manos, explorando de
esta manera diferentes posibilidades.
Cuando el niño era capaz de describir sin errores las
figuras contenidas en las fotografías, se le pedía que apartara las manos de la
superficie de las mismas y que intentara visualizar su contenido sin contacto
dérmico. Más adelante, se le enseñaba a realizar movimientos de barrido en el
espacio entre su cuerpo y las fotografías utilizando contracciones rápidas de
los dedos de sus manos. Este procedimiento acentuaba los detalles y mejoraba la
focalización, además de la distancia límite en la que el niño todavía podía
distinguir formas sutiles, tales como letras impresas.
Al niño se le estimulaba, por último, para dejar de utilizar
sus manos por completo y ver directamente los contenidos sin ayuda de
movimientos.
Se utilizó una gran cantidad de materiales gráficos:
fotografías en color de paisajes, verduras, frutas y utensilios caseros, libros
convencionales con contenidos lingüísticos y programas de televisión, así como
otros niños y objetos medioambientales. También se pidió a los niños que
caminaran por la escuela (jardín, aulas, etc.) describiendo lo que veían.
GARANTIAS DE VERACIDAD
Un fenómeno tan novedoso y extraño como la visión
extraocular requiere (para poder ser tanto aceptado como demostrado) controles estrictos
acerca de sus características. Aunque no pretendo haber agotado todas las
posibilidades de estudio del fenómeno, si puedo afirmar que no tengo duda
alguna acerca de la existencia del mismo. Bastará mencionar aquí algunos de los
controles realizados para estimular a otros investigadores a que se interesen
en este fenómeno y realicen estudios por su propia cuenta.
La venda utilizada era constantemente examinada con objeto
de descartar cualquier posibilidad de rotura accidental imperceptible que
permitiera algún grado (por mínimo que fuera) de visión retiniana. Nunca se
localizó deficiencia alguna en la venda.
El material ofrecido al niño era continuamente cambiado, de
modo que ningún niño podía predecir el material que se le ofrecería.
Puesto que una de las posibles explicaciones del fenómeno es
la de que el instructor trasmitiera los contenidos utilizando movimientos,
sonidos o cualquier otro medio consciente o inconsciente, se puso especial
cuidado en intercalar contenidos gráficos que el instructor no conocía ni veía
durante la presentación. De la misma manera, se le pedía a otros niños que
actuaran como instructores, variando el contenido de los materiales utilizados.
En ningún caso se pudo demostrar que el instructor mandara mensajes sutiles.
Además, puesto que en los casos de desconocimiento del material esto último
resultaba imposible, se puede descartar el factor de transmisión como
explicación del fenómeno.
Cuando el entrenamiento llegaba a la fase de visión directa
sin el uso de las manos, los niños eran introducidos en un sótano totalmente
oscuro, en el cual se les pedía que describiesen objetos. Ninguno de los cuatro
testigos utilizados en este control pudo percibir objeto alguno; en cambio, dos
de los niños entrenados parecían verlos sin dificultad. Este control cuestiona
la posibilidad de que el medio energético decodificado por los niños sea de
naturaleza fotónica, por lo menos en los umbrales de visión retiniana.
El control anterior plantea la cuestión de la sensibilidad
extraocular comparada con la retiniana. Aunque no se realizaron mediciones
estrictas de umbrales, se realizó una prueba de distancia de capacidad de
lectura que resultó enriquecedora. Uno de los niños fue instruido para leer
material impreso de diferentes dimensiones y a diferentes distancias. Con
letras de un milímetro de tamaño, el niño empezó a mostrar dificultades de
decodificación extraocular aproximadamente a los 70 centímetros de distancia
sin el uso de barridos manuales. En este límite, se le sugirió utilizar el
barrido; al hacerlo, el niño pudo leer sin dificultad el material y aun
incrementar otros 30 cm. la separación de su cuerpo con respecto a lo impreso.
El mismo niño, el instructor y otros tres niños mostraron dificultad de lectura
retiniana a la misma distancia y con el mismo tamaño de letras que las
utilizadas en la visión extraocular. Esto muestra que los umbrales entre ambos
tipos de visión son similares en lo que se refiere a tamaño y distancia de los
elementos decodificables.
Se utilizó un espejo convencional para estudiar la
posibilidad de visión extraocular de objetos reflejados. Se colocó material
impreso en un ángulo de 45 grados con respecto al espejo y se pidió al niño que
lo describiera. Este no solamente describió el material impreso, sino también
otros objetos que el espejo reflejaba y que habían pasado inadvertidos para el
investigador. El control fue concluyente y descarta la posibilidad de que sea
un campo térmico o calorífico el decodificado en la visión extraocular.
Se colocó un vidrio de 5mm de espesor entre el material
gráfico y el niño. En todos los casos, la visión extraocular se desarrolló sin
dificultades.
En cambio, cuando el material se cubría con una hoja blanca
de papel o con una placa de madera, los niños veían la hoja o la madera y no el
material que éstos ocultaban.
En una ocasión se le pidió a un niño que realizara
movimientos manuales de barrido sobre un material gráfico.
Entre las manos y el cuerpo del niño se colocó una placa de
madera, de tal forma que las manos no fueron obstruidas por ella pero el cuerpo
sí. El niño fue incapaz de percibir extraocularmente el material gráfico, pero
describió perfectamente la placa de madera.
Este control demuestra que los mediadores del fenómeno
extraocular no son receptores localizados en las manos, sino que el resto del
cuerpo es necesario.
Siguiendo la lógica del control anterior, se decidió
explorar las zonas corporales mediadoras de la visión extraocular. En cinco de
los niños se colocó una pantalla opaca por debajo de sus barbillas durante el
ejercicio de la visión extraocular. En cuatro casos la imagen desapareció. En
el caso restante, el niño siguió percibiendo correctamente la fotografía que se
le mostraba, pero matizada por el color de la pantalla obstructora, que era
roja.
Intentando aún una mayor exactitud en la localización de la
zona corporal mediadora de la visión extraocular, se utilizó otro procedimiento
más complejo con uno de los niños más avanzados. Se colocó el cuerpo del niño
detrás de una placa metálica y su cabeza detrás de una de vidrio de 6
milímetros de espesor, que fue utilizada como ventana para la presentación de
impresiones de color. El niño fue perfectamente vendado, dejando al descubierto
su frente, barbilla, nariz y pómulos. Sus manos y sus brazos fueron obstruidos
por la placa metálica. En estas condiciones el niño describió sin dificultad el
material presentado. Después se cubrió totalmente la frente del niño y se le
volvió a presentar el material; no registró alteración alguna, como tampoco
sucedió al cubrirle los pómulos y la nariz. Sin embargo, al tapar su boca se
notó una franca disminución en la destreza de la detección: el niño comenzó a
manifestar dificultades y a presentar errores. Cuando la barbilla fue cubierta,
el niño dejó completamente de percibir.
No obstante, el caso no es típico ni generalizado. Tanto en
el mismo niño como en otros, la zona crítica variaba con el tiempo, por lo cual
no es posible definir con exactitud la existencia de una zona corporal
indispensable y específica para mediar la visión extraocular. Un ejemplo
ilustrativo de lo anterior fue una niña de 6 años.
Esta niña, extraordinariamente despierta y activa, aprendió
a ver extraocularmente en la segunda sesión de entrenamiento y pronto demostró
una facilidad especial para desenvolverse en esta actividad. Para confirmar
esta circunstancia, se la sometió a diversas pruebas.
En primer lugar, se le presentaron materiales gráficos
colocándolos en su espalda. No solamente logró identificar el material, sino
que incluso pudo leer palabras y frases impresas.
Utilizando unas gafas de bucear de algodón, de tal forma que
impedían totalmente la visión ocular, la niña fue invitada a caminar libremente
en un parque de la ciudad de Méjico describiendo todo lo que lograra ver. Al
principio con cautela pero pronto totalmente desinhibida, la niña recorrió el
parque describiendo los árboles, los bancos, otros niños, los perros, los
vendedores ambulantes y el resto de los elementos sin dificultad. Lo más
asombroso de la experiencia fue no solamente la exactitud y facilidad de la
descripción, sino que ésta reflejaba una percepción omnidireccional. En otras
palabras: la niña describía tanto lo que se encontraba delante como lo que se
hallaba detrás de ella.
VISION INTERNA DEL CUERPO HUMANO
Tanto la niña mencionada en el caso anterior como su hermano
aprendieron a percibir los órganos del interior del cuerpo humano. El
entrenamiento fue enteramente similar al descrito, con la excepción de que el
enfoque de la atención se localizaba no en la superficie, sino en las
profundidades del cuerpo. Ambos niños lograron describir las características específicas
y el estado de alteración en un caso de enfisema pulmonar. Otros tres niños
consiguieron localizar y detallar con exactitud sus dimensiones, fracturas
óseas acaecidas en accidentes de hacía varios años. Las descripciones de las
cicatrices en los huesos coincidieron con las ofrecidas por los accidentados.
Dos niños se ofrecieron para intentar aliviar el dolor y
disminuir la infección ótica de dos adultos. Los niños fueron entrenados para
ver el interior del cuerpo y localizar alteraciones en el mismo. Ambos
acertaron al reconocer el oído izquierdo como infectado en los dos adultos.
Dijeron percibir una coloración extraña en ese oído y procedieron a transformar
esa coloración, hasta acercarla en tinte a la del oído sano. Los adultos
mencionaron experimentar una inmediata mejoría, que duraba un promedio de tres
días. Uno de los adultos (padre de los niños) repitió la operación varias
veces, notando en todas ellas el mismo resultado, con similar duración.
Todos los niños decidieron aprender a utilizar su habilidad
extraocular para percibir zonas corporales afectadas por dolores o alteraciones
tisulares. Los niños lograban describir órganos sin ayuda de ningún manual de
anatomía. Localizaban zonas alteradas de forma espontánea, como si éstas
emitieran señales fácilmente reconocibles y discriminables por ellos. En casos
de infecciones, los niños aprendieron a destruir los agentes patógenos
emitiendo por sus dedos grandes cantidades de energía.
Sobre todo en los niños más pequeños, se apreció un ligero
movimiento lateral de la cabeza, que se inclinaba entre 20º y 30º hacia el lado
derecho o izquierdo en un plano paralelo al del objeto. La impresión que se
desprendía a partir del movimiento de inclinación es que el cuerpo del niño
buscaba una interacción más cercana entre hemisferio derecho o izquierdo y el
material por decodificar.
Al inicio del entrenamiento, se comprobó que el niño seguía
con los dedos los contornos de los objetos y de las letras en el momento en el
que comenzaba la descripción. Esta observación se repitió en todos los casos
estudiados y constituyó una evidencia acerca de la existencia de una sabiduría
corporal que después se lograba verbalizar.
CONCLUSIONES
Gran parte de los resultados ya se han descrito en las
secciones anteriores. Por ello, en ésta intentaré realizar una integración de
todos los resultados obtenidos sin detenerme en procedimientos y detalles
innecesarios.
El resultado más claro y básico que se desprende de este
estudio es que es posible percibir visualmente sin necesidad de usar los ojos y
los receptores retinianos. La finura del detalle de la visión extraocular
parece ser similar al de la visión retiniana, lo mismo que su fidelidad. La
visión extraocular parece ser capaz de representar un mundo visual enteramente
similar al que presenta la visión retiniana sin la necesidad de utilizar la
complejidad colosal de la estructura retiniana y, presumiblemente, sin la
participación de las estructuras cerebrales comúnmente encargadas de
decodificar el mundo visual.
Una de las observaciones más llamativas, y una de las que
primero se evidenciaron, es que los niños que parecían estar más en contacto
con ellos mismos, los más seguros e intensos en su identidad personal, fueron
los que con mayor facilidad adquirieron la visión extraocular.
El fenómeno existe y su desarrollo parece seguir una
secuencia lógica y repetida en los casos estudiados. Los niños que después de
su entrenamiento son enfrentados a un material gráfico al que no tienen acceso
visual, utilizan sus manos y sus dedos para recorrer este material intentando
decodificarlo. En los casos más diestros basta una sesión para que el niño
comience a ver extraocularmente. En los casos comunes, tres sesiones.
En su primera interacción, la mano comienza por barrer la
página del papel sin un plan o esquema predecible hasta que acontece algo que
hace que los contornos de los objetos sean detectados. Si la fotografía
contiene una naranja, la mano del niño seguirá el contorno de la misma durante
algunos segundos, pero si se le pregunta al niño qué es lo que siente, éste no
podrá describir algo congruente a partir de sus barridos manuales.
Si se le hace notar lo anterior, el niño súbitamente puede
darse cuenta de que debe haber un objeto redondo, pero la visión extraocular
sigue sin aparecer. Pronto, el niño se cansa de sus movimientos y decide dejar
de realizarlos. Permanece quieto con su mano encima del papel, concentrado en
sus sensaciones y con una tendencia a inclinar la cabeza.
En algunos casos, después de esta concentración el fenómeno
aparece. En otros, el niño debe recibir retroalimentación más detallada, para
descartar quizá imágenes sin correspondencia y fortalecer las congruentes con
el material real.
De una u otra forma, la visión extraocular aparece siempre
en una especie de salto cuántico cualitativo, desde una casi total incapacidad
de detección hasta una casi total perfección de decodificación.
En realidad, toda la descripción anterior tenía como objeto
llamar la atención acerca de una notable característica del fenómeno de visión
extraocular: su aparición súbita.
Una vez que lo anterior ocurría, el niño era capaz de
percibir cualquier material que se presentase con una exactitud de detalle
asombrosa.
Generalmente, la primera sesión en la que aparecía el
fenómeno implicaba un gasto energético muy grande, porque los niños
manifestaban signos claros de cansancio y en algunos casos se quejaban de
dolores intensos en los ojos. Estos dolores y el correspondiente cansancio
disminuían a partir de la segunda detección.
En los casos más avanzados, la visión extraocular dejaba de
implicar un gasto energético excesivo, que el niño era capaz de realizar
detecciones sin mayor preparación y con una total naturalidad y maestría.
Cuando otros niños veían las ejecuciones de sus compañeros
manifestaban el deseo de ejercitarlas por su propia cuenta. Cuando esto sucedía,
el proceso de aparición del fenómeno parecía acelerarse. Con esta
puntualización pretendo señalar que la ausencia de dudas acerca de la veracidad
del fenómeno y la confianza en el instructor ejercieron una influencia
beneficiosa.
A continuación describiré una serie de pruebas que se
llevaron a cabo para establecer hasta qué punto sigue la visión extraocular las
mismas leyes de perspectiva y Gestalt que la visión retiniana.
Se pidió a un niño que realizara descripciones de sus
experiencias mientras el material visual se alejaba de su cuerpo, sin que el
niño estuviese enterado de la maniobra. Sin dudarlo, el niño describió un
fenómeno de alejamiento y no uno de reducción de tamaño o de cambio de
material. En otras palabras, el niño percibió correctamente la maniobra tal y
como la hubiera detectado con su visión retiniana.
De la misma forma, en todos los casos en los que se probó a
superponer un objeto al gráfico, los niños pudieron describir correctamente la
maniobra. Cuando se les presentarán objetos en movimiento, también en todos los
casos la detección e interpretación de los mismos fue correcta.
Se experimentó con prácticamente todos los colores del
espectro, con diversas tonalidades de los mismos, y siempre se observó una
adecuada descripción de éstos.
Cada niño manifestaba un estilo personal durante la visión
extraocular. Una niña, por ejemplo, ejecutaba barridos rápidos con sus dedos
frente al material gráfico porque así le era más fácil y su descripción
resultaba más exacta. Otro niño prefería leer palabras y no ver fotografías;
otro prefería figuras a material de lectura. La lectura de palabras se
ejercitaba de una forma gradual, iniciándose con una detección de letras
aisladas, y generalmente colocando un dedo debajo de la letra por leer.
Bastaban unos minutos para que el niño empezara a leer palabras completas, aun
en idiomas desconocidos para ellos. Más adelante la rapidez en la lectura se
volvía similar a la usual con visión retiniana.
Dos excepciones a este último caso fueron la de un niño y
una niña que leían extraocularmente con mayor rapidez que con visión retiniana
y que manifestaban más interés por hacerlo extraocularmente. Este interés se
aprovechó para que progresaran en sus clases de lectura del español.
Uno de los objetivos de este estudio fue el de hallar una
manifestación visible de una capacidad psicofisiológica para motivar a los
pequeños a que aprendieran técnicas de contacto con su verdadera identidad. Por
ello, siempre se enfatizaba la necesidad de realizar meditaciones centradas en
la experiencia del uno mismo y en la pregunta ¿quién soy yo?
En este contexto, manifiesto mi ignorancia acerca de si
otros métodos de entrenamiento pueden ser más efectivos que los empleados en
esta investigación. De hecho, algunos niños se dieron a la tarea de entrenar a
sus amigos, hermanos y conocidos, y de ejercitar sus habilidades por su propia
cuenta, con resultados excelentes.
Una observación interesante se centra sobre la edad más
adecuada para facilitar la visión extraocular. Obviamente, se necesitaría una
muestra mucho mayor que la empleada aquí para contestar la pregunta. Sin
embargo, se pueden desprender algunas conclusiones teniendo en cuenta los
intentos infructuosos que realicé con jóvenes de edad superior a los 16 años y
con adultos todavía mayores. Parece que el fenómeno se va dificultando después
de una edad límite de alrededor de 15 años.
En ocasiones se realizaron meditaciones en grupo en las que
se visualizaban luces y se estimulaba el contacto con uno mismo. La visión
extraocular se facilitaba siempre después de una meditación de este tipo. El
fenómeno se presenta con mayor intensidad y de una forma más clara cuando tanto
el niño como el instructor se encuentran tranquilos, concentrados en sí mismos,
en un nivel en el cual el sí mismo pierde fronteras. En otras palabras, cuando
existe un contacto auténtico con una sensación de identidad que trasciende lo
puramente personal.
Otra observación interesante es que el instructor no
necesita visión extraocular para poderla enseñar.
En muchas ocasiones se les preguntó a los niños acerca de
sus experiencias internas durante la visión extraocular. Algunos de ellos
decían que lo que veían era exactamente igual que lo que percibían normalmente
con los ojos abiertos.
En una ocasión, una niña se prestó a ver la televisión con
los ojos vendados describiendo a la perfección lo que sucedía en la pantalla,
como si el aparato estuviese dentro de ella. Otros niños describieron la
aparición de una pequeña pantalla dentro de su mente en la cual aparecían las
figuras presentadas. Ningún niño mencionó que tuviera que crear conscientemente
la imagen extraocular. Más bien, la imagen surgía por sí misma, de la misma
forma en la que nuestras percepciones visuales normales acontecen.
La automatización de la imagen extraocular era clara desde
el surgimiento del fenómeno y no parecía facilitarse, de forma notable, con la
práctica. Sin embargo, lo que si acontecía a medida que el niño utilizaba su
habilidad extraocular era que se estimulaban una serie de fenómenos adyacentes
al extraocular propiamente dicho.
Tales fenómenos ya se han descrito en parte y consistieron
en una destreza que permitía que el niño percibiera los órganos internos del
cuerpo a través de la piel y que detectara zonas corporales dañadas o enfermas
revirtiendo sus síntomas.
El último resultado que me gustaría destacar se refiere a la
relación entre el fenómeno extraocular y los cristales de cuarzo. Basta decir
aquí que su efecto facilitador se observó en por lo menos cinco infantes (tres
niñas y dos niños) y que su descubrimiento fue casual. Una de las niñas del
estudio se prestó para hacer una demostración de su capacidad con un programa
de TV, de modo que se le proyectó una película británica en color, con
subtítulos en español. La niña manifestó cierta dificultad para leer los
subtítulos a una distancia de 5 metros de la pantalla, aunque pudo describir
los colores de las escenas y la acción dramatizada. Mencionaba que aparecían líneas
y puntos obstructores. Súbitamente, la niña me solicitó un cristal de cuarzo
que llevaba conmigo y que utilizo en mis meditaciones. Al sostener el cristal
con su mano derecha, la niña afirmó que las líneas y puntos de distracción
habían desaparecido, y así pudo leer fluidamente los subtítulos de la película
y describir con todo lujo de detalles las escenas. El efecto fue tan claro que
a partir de ese momento se probó con otros niños.
Dos niñas aseguraron que el material gráfico que se les
presentaba (una serie de fotografías de paisajes) adquiría tridimensionalidad
al ser extraocularmente percibido, mientras un cristal de cuarzo era sostenido
entre sus manos. Era - afirmaron como si con el cristal estuvieran dentro de la
fotografía - en medio del paisaje - y sin el cristal, fuera de ella,
observándola como fotografía bidimensional.
Por último, dos niños y dos niñas fueron capaces de
incrementar la distancia máxima en la que podían leer material impreso con la
ayuda de cristales de cuarzo.
Despertares
Despertares









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